Kane, Silver
Ahora ya me había acostumbrado un poco a ella, pero recuerdo que la
primera vez que vi aquella casa sentí hasta el fondo de los huesos el
frío de la muerte. Me pregunté en aquel momento por qué me había metido
en una situación así y por qué misterioso impulso había entrado en aquel
mundo que estaba lleno de tinieblas.
Como pocas personas han estado en aquella casa, creo que debo
describirla en dos líneas. Era del siglo XVIII y estaba no lejos de la
autopista que conduce a Londres, pero tan cercada por los pequeños lagos
y por los bosques que daba la sensación de encontrarse en el último
rincón del mundo. Por eso la había alquilado Dudley: porque quería paz.
Constaba de dos pisos con seis habitaciones cada uno, grandes sótanos y
un jardín inmenso e inextricable que por las noches se cubría de niebla.
La casa era parte de un mundo fantasmagórico, irreal, lejano, un mundo
donde todo era posible y donde el tiempo había perdido su importancia...
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