Garland, Curtis
Había temido tanto por ese momento... Cuando uno muere y es amortajado,
cuando la tapa del féretro se cierra encima, y se escucha el golpe seco
de las cerraduras ajustando el fúnebre arcón, se sabe que de allí ya no
va a salir el cuerpo, sino convertido en huesos salpicados de jirones de
tejidos podridos, o acaso hecho carne corrompida, maloliente, con vello
desordenado y los gusanos pululando en las vacías cuencas donde antes
hubo unos ojos llenos de vida.
Eso es la Muerte. De ella, no se vuelve.
Nadie ha vuelto, que yo sepa. Yo, sí. Yo volví de mi ataúd para vivir
una segunda existencia que nadie hubiese creído. Yo regresé de las
tinieblas del panteón, como terrible emisario de ultratumba. Yo, Jason
Shelley.
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