Aldiss, Brian
James Solent era un joven normal... normalmente reticente, normalmente
deportista, normalmente de buena casta. ¿ Qué diablos fue lo que lo
dominó, se posesionó de él para que se fuese de juerga toda la noche,
pero de juerga fenomenal, con una persona casi totalmente desconocida?
El señor Solent tenía un E. R. (Un Registro Emocional). Lo mismo le sucedia a la misteriosa dama. Y de igual manera, en breve, estaría cada habitante de las Islas Británicas.
Aunque mucha gente visionaba alarmada la situación (bueno, resulta
algo enervante, si se piensa en ello con atención) había quienes
opinaban que nada, absolutamente nada, podría conmocionar el antiguo y
bueno «status quo».
Ambos grupos se equivocaban.
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