Faraone, Marina
15/11/2015. Agregado libro 1.
14/12/2015. Agregado libro 2.
1 - Tomo I
A aquel mundo hermoso, amplio y verdeazulado, cubierto de riquezas
minerales y vegetales, no tardaron en llegar colonizadores. Pero alguna
equivocación se debía haber producido en el sorteo de los planetas en la
capital de la galaxia donde se administraban estos menesteres, pues al
mismo tiempo, llegaron dos naves con diferentes razas. Una con humanos,
la otra con peaches.
Los peaches se parecen a los humanos casi completamente, excepto que
la piel de ellos es, como su nombre hace referencia, similar a la
cascara del durazno. Evidentemente ninguna de las dos naves
colonizadoras iba a levantar vuelo para protestar y pedir resolución del
problema, pues ya estaban allí. Decidieron que el planeta era
suficientemente grande para todos. Nunca hubo rivalidad ni guerra entre
estas dos razas, pero esto no era azaroso, pues había un buen motivo
para ello.
Los peaches emiten un aroma que atrae a los humanos sexualmente de
un modo casi irresistible. Los humanos a su vez, producen a los peaches
un cierto bienestar, una alegría intensa y muchas ganas de jugar, los
hacen sentir atrayentes, despreocupados y felices, cual una droga. Así
pasaron un par de años sin inconvenientes, hasta que alguien se dio
cuenta de ciertas cosas que aquella reunión provocaba.
Los humanos descubrieron con el paso de más años aún, que en los
hospitales de natalidad solo estaban naciendo peaches, debido a que la
unión entre ellos y sus vecinos devolvía duraznos y no humanos, por lo
que de seguir así, se extinguirían sin remedio.
Los peaches casi a la misma vez, se dieron cuenta que los niños
nacidos de la unión entre razas, que ahora eran de números
asombrosamente importantes, nacían sin fuerza, al igual que los débiles
humanos, y no atraían tanto por no tener el olor de los peaches
originales, así como tampoco se sentían atraídos por la química de estos
vecinos, de piel tan lisa. Evidentemente era menos grave que la
extinción, pero implicaba un cambio de sus características que no les
agradaba. Así, ambas razas decidieron tomar algunas precauciones
respecto a los asuntos que les molestaban.
2 - Tomo II
A aquel mundo hermoso, amplio y verdeazulado, cubierto de riquezas minerales y vegetales, no tardaron en llegar colonizadores. Pero alguna equivocación se debió haber producido en el sorteo de los planetas en la capital de la galaxia donde se administraban estos menesteres, pues al mismo tiempo, llegaron dos naves con diferentes razas. Una con humanos, la otra con peaches.
Los peaches se parecen a los humanos casi completamente, excepto que la piel de ellos es, como su nombre hace referencia, similar a la cáscara del durazno.
Evidentemente ninguna de las dos naves colonizadoras iba a levantar vuelo para protestar y pedir resolución del problema, pues ya estaban allí. Decidieron que el planeta era suficientemente grande para todos.
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