NIles, Douglas
1 - Yelmos de Hierro
En un rincón del mundo, muy alejado de los Reinos Olvidados, se encuentra el exótico continente de Maztica. Allí, Erixitl, la muchacha esclava, descubre que los dioses la han escogido para una tarea que puede cambiar el destino del Mundo Verdadero.
Al mismo tiempo, desde la Costa de la Espada parte una expedición con el propósito de alcanzar las tierras de Kara-Tur, situadas al este de los Reinos, y de donde llegan el té, las especias, los rubíes y la seda, pero navegando hacia el oeste. Los exploradores, una legión formada por curtidos mercenarios, parten hacia poniente, sin saber que en su camino encontrarán un nuevo continente donde el salvajismo más primitivo se mezcla con una gran cultura, y reclamarán las nuevas tierras como propias.
Sólo Erixitl, con la ayuda del Caballero Águila y el capitán Halloran, tiene una posibilidad de evitar que Maztica sea víctima inocente de la destrucción total.
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2 - Erixitl de Palul
Erix, la antigua esclava, y Halloran, el legionario, huyen de la catástrofe que barre Maztica. El dios de la guerra se ceba en el caos, y reclama el sacrificio de más corazones para favorecer la suerte de los guerreros nativos en su lucha contra el invasor proveniente de los Reinos Olvidados, mientras la pareja de amantes, desesperados, intenta eludir el acoso de sus muchos enemigos.
Los miembros del culto de la Mano Viperina, los sacerdotes de Zaltec, y los muy Ancianos necesitan acabar con la vida de Erix, porque únicamente ella, la escogida de Qotal, puede poner en peligro sus planes para la conquista del Mundo Verdadero. Pero lo que nadie sabe es que todos los seres que habitan Maztica son meras piezas de juego en una lucha que mantienen los mismos dioses.
Zaltec, Qotal, Helm y hasta la terrible diosa araña, Lolth, miden sus fuerzas sin preocuparse por las consecuencias para sus fieles en la tierra.
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3 - Qotal y Zaltec
Nexal, la ciudad más poderosa de Maztica, está en ruinas. Una plaga de monstruos siniestros se extiende sobre la faz de la tierra, y, desde los cimientos de la Gran Pirámide de Zaltec, se eleva un coloso de piedra: la encarnación del sangriento dios de la guerra. Para oponerse a los designios de Zaltec, los guerreros nativos y los conquistadores del Mundo Verdadero forman una alianza y luchan, desesperados por contener el avance del caos. Pero la única posibilidad de salir airosos de la terrible batalla es conseguir la ayuda de Qotal, el dragón emplumado.
La profecía transmitida a Erixitl de Palul dice que Qotal regresará a la tierra en la pirámide de los Rostros Gemelos. Sin embargo, las fuerzas del mal, conocedoras de la profecía, avanzan hacia el lugar señalado, dispuestas a impedir que el dios plumífero abandone el plano etéreo y acuda a la llamada de sus fieles.
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