Kane, Silver
El cuchillo rasgó el aire. Su brillo metálico produjo un brusco
relampagueo. Luego se hundió en el cuerpo humano que tenía a muy poca
distancia.
Salió convertido en una línea roja.
Volvió a alzarse y una pequeña parte del mismo brilló de nuevo,
mientras unas gotas color escarlata saltaban al aire. Inmediatamente
trazó una parábola macabra para hundirse en el cuerpo otra vez.
Sonó un alarido.
Pero no era un alarido de muerte, sino de triunfo. Nancy Kennedy
jamás había visto matar a nadie con tanta saña, con tan salvaje
satisfacción. Aquella visión de pesadilla nubló sus ojos y, por un
momento, le impidió pensar.
De un modo maquinal, sus músculos se tensaron. Intentó huir, pero
sus espaldas resbalaron por la pared. Se dio cuenta entonces de que ésta
ya estaba manchada de sangre.
Un sollozo ahogado quebró su garganta.
Lo veía todo espantosamente rojo.
El cuchillo se había hundido por tercera vez.
Todas las figuras se hicieron borrosas. Vio caer al hombre mientras
se llevaba las manos al estómago. E inmediatamente sonó en la habitación
un gorgoteo de horror y de muerte.
Nancy supo que jamás escaparía de allí.
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