31 de enero de 2017

Francisco Y Soledad

Cruz Benaque Héctor


Un invierno interminable de noches que duran meses. Sabinas y carrascas circundando el paisaje. Necrófagos con dientes de bruma aguardando el momento para entrar en la casa y devorar el pasado. Suena el carillón magnífico de un viejo reloj de cuco. 

Dos, tres, cinco... una docena de pardas palomas pasan sobre una carrasca y se posan en los alares como gárgolas de hielo, contemplan con sus ojos de escarcha el amor, el incesto, la violencia, la ambición y la muerte. La niebla es densa, fría, interminable. En mitad de la nada dos primos se reúnen de nuevo como última voluntad del abuelo recién muerto, un anarquista que abandonó sus ideales y se transformó en aquello que siempre había odiado. 

Un hombre, una mujer, una obsesión que no conoce límites. Pasillos desconchados, un desván en la penumbra, un deseo contenido... dos seres que, en la búsqueda de la verdad sobre su abuelo, abrirán viejas pasiones, rencores y mentiras que dormían ocultas bajo el brillo de un apellido ilustre.


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