Nerón acaba de hacer matar a su madre Agripina. Entonces decide comenzar un diario que sea como una brújula en el piélago de su confusión mental. En dicho diario Nerón habla de su pasado -su subida al trono, su matrimonio con la hija de Claudio, las turbias relaciones
con su madre- y también de su presente. En él se traslucen sus remordimientos de parricida; sus inclinaciones artísticas, a las que tuvo que renunciar para convertirse en el hombre más poderoso del imperio; su miedo a morir y a vivir.
Y en su personalísimo retrato toma vida la Roma del siglo primero de nuestra era, en todo su esplendor y corrupción, su elevada cultura y sus excesos sexuales.
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