Hare, Burton
Se quedó muda de espanto ante la aparición. Instintivamente se envolvió
con la toalla y musitó sin voz:—¿Quién…?Entonces, Gina gritó y
retrocedió presa de espanto.Una mano apartó violentamente la negra
envoltura. En la mano brillaba el acero de un herrumbroso cuchillo. El
movimiento fue tan violento que hizo que la capucha del aparecido se
deslizara hacia atrás…
Y entonces Gina vio algo horrendo, tan increíble,
que su razón se negaba a admitirlo.Un rostro espeluznante, como roído
por una legión de ratas hambrientas, y en el que brillaba un ojo
maligno, con toda la crueldad del infierno fijo en ella. La otra pupila
era una masa oscura y vacía. Los labios no eran más que un retorcido
tajo informe y violáceo y se movían sin que ningún sonido brotara de
ellos.Aquella cosa aterradora siguió moviéndose, acercándose a la
hermosa muchacha. Gina ya ni siquiera veía el cuchillo.
Todo el espanto,
el horror de que era capaz, se centraban en aquel rostro de pesadilla,
aquella cosa monstruosa que estaba cada vez más cerca, más cerca…, más
aún…Se sintió morir. Y gritó.Su grito fue un alarido horripilante que
hubiera levantado en vilo a toda una ciudad…, si alguien hubiera podido
oírlo.Pero nadie podía oírla. Sólo le respondió el suave golpeteo de la
lluvia en el tejado, en las hojas de las palmas, en el follaje del
jardín.Después, el grito murió en medio de un espantoso gorgoteo, cuando
el cuchillo empezó su delirante tarea…
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