Peñalver, José Luis
D.H. despierta en una habitación de hospital desconocida. Sospecha que
convalece de una nueva operación o que va a comenzar otra absurda
terapia de rehabilitación. Protesta porque sabe que su tetraplejia es
incurable, por mucho que se nieguen todos a admitirlo. Lo que el equipo
médico va a decirle le parecerá una broma pesada, pero se verá obligado a
asimilarlo.
No solo se encuentra en otro hospital, sino también en un tiempo más
avanzado, alejado de sus seres queridos. Consternado, sabrá que su
difunto padre, incapaz de soportar verle el resto de su vida en una
silla de ruedas, pagó con la cárcel su criopreservación, sometiéndolo en
vida y sin consentimiento.
El tiempo le daría la razón, ahora la ciencia será capaz de curarlo.
Lo que descubrirá a cada paso le dejará maravillado. Esa nueva
civilización ha logrado descifrar las comunicaciones del sistema
nervioso, el contenido de los impulsos eléctricos orquestados desde el
cerebro. Han aparecido en el mercado revolucionarios dispositivos
capaces de integrarse con funciones sensoriales como la vista o el oído.
Mediante minúsculos implantes, las personas pueden ver vídeos
superpuestos en su campo visual, navegar por internet, escuchar o emitir
sonidos, comunicarse sin aparatos.
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