Cebrian, Juan Antonio
Año 218 a.C.: dos legiones romanas bajo el mando de Cneo Escipión
desembarcan por sorpresa en la península Ibérica. Tienen como objetivo
cortar las vías de suministro de los cartagineses, una estrategia más en
el transcurso de la segunda guerra púnica, que enfrentó a Roma y a
Cartago por el control del Mediterráneo occidental. Será el primer
movimiento en un larguísimo proceso que culminará con la invasión y la
colonización de Hispania, uno de los territorios más codiciados por
Roma, y uno de los últimos en someterse totalmente a su poder.
Fueron necesarios dos larguísimos siglos de lucha sin cuartel para
doblegar el ánimo belicoso e inquebrantable de íberos, celtíberos,
lusitanos, cántabros… En ese tiempo, la potencia latina utilizó el suelo
hispano como escenario de sus guerras civiles y como fuente inagotable
de recursos naturales y humanos para el Imperio.
Debido a ello, la
península fue completamente romanizada y la impronta latina terminaría
por definir el carácter de los habitantes de estas tierras.
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