5 de febrero de 2017

El Hombre En El Laberinto

Silverberg, Robert


Silverberg nos recrea la obra clásica Filoctetes de Sófocles de la mano de Dick Muller, explorador y diplomático intergaláctico. En uno de sus contactos con otra inteligencia (los hydranos), Muller resulta dañado, enfermo, trastocado para siempre. Esta enfermedad es una suerte de plaga, una peste, la peor que se pueda imaginar. La peste que Muller transmite no es otra que la verdad. La verdad sobre nosotros mismos. 

 Todo lo que nos hace humanos, los pensamientos y sentimientos que secretamente nos avergüenzan se vierten de forma incontenible y desesperada sobre la gente que le rodea. La consecuencia es tajante: nadie quiere sentir en su propia piel la miseria que encierra la psique humana. Nadie quiere que le muestren la peor versión de si mismo. 

El otrora orgulloso y arrogante Muller, ahora un paria rechazado por sus congéneres, abandonado, muerto en vida, se embarca en un exilio voluntario a Lemnos, un mundo cubierto por ruinas laberínticas de otra raza abandonadas tiempo atrás. Lemnos es conocido por los horrores reales e imaginarios que alberga su laberinto. 

¿Qué busca Dick Muller? ¿La soledad o la muerte? No lo sabemos, tampoco importa. Consigue sobrevivir cual nuevo minotauro en el implacable dédalo que le observa durante nueve años enteros, esperando impertérrito cualquier error para acabar con su vida. Y aquí es donde comienza la historia, cuando nueve años después del accidente los humanos se ven obligados a buscar a Muller tratando de que salga de su exilio y salve a la raza humana.

  

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